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IV Concurso de Relatos Forummontefrio

Iniciado por Parlamento, Abril 27, 2012, 17:55:22 PM

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Relatos FM


El Diario


Hace ya varios días que la pequeña Bibiana no asiste a clase sin que los padres hubiesen notificado al colegio acerca de los motivos de su ausencia. Esta mañana por fin la madre se ha personado en el centro para hablar con el director. Su cara compungida mostraba signos inequívocos de fatiga, y ni siquiera los cristales oscurecidos de las gafas lograban disimular las profundas ojeras que daban fe de noches interminables plagadas de preocupación e insomnio. Nada más verla llegar me preparé mentalmente para ser invitado a reunirme con ellos en jefatura y participar en su charla, puesto que soy el tutor de la niña y yo, más que nadie, debería estar al tanto de los acontecimientos. Pero no fue el caso. Al cabo de media hora vi como la madre abandonaba el despacho de la misma forma silenciosa en la que se había introducido en él. En silencio y procurando no llamar demasiado la atención, esquivando en todo momento las miradas del resto de profesores. Me consta que la madre de Bibiana siempre había sido así de reservada y esquiva, y por lo que sé ni ella ni el marido mantenían relación alguna con el resto de padres. La familia, una pareja de colombianos con tres o cuatro niños pequeños, residían en nuestro país desde hacía algún tiempo. Poco sabía de ellos, excepto que  ambos progenitores trabajaban largas y duras jornadas para mantener a su familia con dignidad. Para ser sinceros no le di demasiada importancia a su comportamiento distante. Pensé que tal vez eran demasiado tímidos e introvertidos para entablar amistades con otras personas.
Más tarde comprendí la actitud hermética de esta mujer, entendí el motivo de sus gestos apagados y su mirada perdida, carente de vida. Me hice cargo del dolor que debía estar atravesando aquella mujer cuando el propio director me pidió que recogiese los libros de texto y los objetos personales que Bibiana pudiese guardar en su taquilla. Necesitaba cerciorarse de que la niña no había dejado ninguna pista acerca de sus intenciones, ningún rastro de los planes que trazaba su mente atosigada, porque según me enteré entonces, Bibiana hacía varios días que no había regresado a su hogar. Eso explicaba la angustia y la desesperación de la madre.
Estaba ansioso por ayudar, hacer todo lo que estuviese en mis manos para localizar a la pequeña, por eso me aseguré de revisar a conciencia todos y cada uno de los rincones del pequeño armario metálico, donde aparte de dos libretas usadas  y una pinza para el pelo no hallé otra cosa que no fuesen telarañas. Saltaba a la vista que Bibiana no utilizaba su taquilla con demasiada frecuencia. Al extraer los cuadernos del armario uno de los folios se desprendió y cayó al suelo. Estaba lleno de tachaduras y borrones y pensé que se trataría de simples anotaciones tomadas durante la clase, por lo que me introduje la hoja en el bolsillo de mi chaqueta sin darle mayor importancia.
No volví a acordarme de este incidente hasta que horas más tarde, entrando ya en mi domicilio, empecé a hurgar en todos mis bolsillos en busca de las llaves. Fue ahí cuando mis dedos palparon la nota de papel arrugada, con creciente mi interés, saqué aquella nota del bolsillo y por primera vez desde su hallazgo me detuve a leer lo que decía. Con gran atención repasé  todas y cada una de las palabras que había plasmado la niña en aquella escueta misiva. Ante mis ojos tenía lo que podía ser un diario que la niña había empezado a redactar en sus ratos libres y a quien se dirigía dándole el nombre de "abuelita". Al principio me sentí mal. Sabía que no era ético violar el derecho de privacidad de una niña, leer sus pensamientos más íntimos y fisgar en sus sentimientos, pero por otro lado justifiqué esta intromisión en su vida alegando que tal vez entre aquellas líneas se encontrase alguna pista que nos ayudase a dar con su paradero. Para nada esperaba descubrir el terrible secreto que había guardado la pequeña Bibiana durante tanto tiempo y que había sabido ocultar con destreza a todo su entorno. Había preferido aguantar estoicamente su desdicha antes que convertirse en un problema más para sus sufridos padres. Jamás se había escuchado una sola queja de su boca; ella optó por desahogarse y confesar sus desdichas y  penas dirigiéndose a un trozo de papel, segura de que sus confidencias estarían a salvo.
El texto era corto pero emotivo y en él Bibiana reflejaba fielmente sus desdichas. Confesaba las humillaciones que debía soportar día a día por parte de sus compañeros por ser distinta a ellos. "Se burlan de mi color de piel." escribía en un párrafo. "Dicen que si soy más oscura es porque soy una sucia y no me lavo. Tuercen la nariz cada vez que paso por su lado, porque no soportan el olor de mi ropa. No quieren escucharme cuando intento explicarles que mi mamá lava todas las prendas a diario y que el olor que desprenden se debe al humo de la chimenea, ya que nosotros no tenemos plata para comprar radiadores eléctricos. Todo lo que hago les parece mal y es objeto de sus risas y burlas. Les molesta mi forma pausada de hablar, mi acento, incluso me hacen sentir torpe si utilizo palabras distintas a las suyas o que en su idioma tienen otro sentido. Se ríen de mí y eso hace que  me sienta triste. Usted me conoce bien, abuelita, y sabe que a mí también me gusta mucho reír. Pero me gusta reír con los demás, no reírme de los demás, que es una cosa bien distinta. A menudo me hacen llorar y entonces yo me paso la manga de la chaqueta por la cara para secarme las lágrimas. Este gesto mío hace que se pongan aún más agresivos conmigo y me llamen cosas feas, porque no uso un pañuelo como ellos. Fíjese, abuelita, acá la gente usa para esos menesteres un trozo de tela, que después de usarlo, uno se guarda en el bolsillo del pantalón. Yo no entiendo porqué alguien que se guarda los mocos dentro del bolsillo es más limpio que otro que se los limpia con la manga. Se ríen cuando me vence el sueño en mitad de la clase y me quedo dormida o cuando no traigo la tarea, que suele ser la mayoría de las veces. Lo que ellos no saben es que cuando llego a casa tengo que cuidar de mis hermanos pequeños  y prepararles la cena, porque mamá regresa muy tarde a casa...."
No pude continuar con la lectura. Las manos me temblaban y se me había formado un nudo en la garganta al enterarme de cosas que jamás había podido imaginar. Aquella breve epístola había conseguido aflorar una serie de sentimientos en mí que yo mantenía tan ocultos que ni siquiera sabía de su existencia. Una ola de rabia y frustración me invadió al descubrir el alto grado de crueldad, odio y desprecio que pueden llegar a desarrollar unas mentes infantiles, doctrinadas por otro lado por el mal ejemplo que les estamos dando los adultos. Me sentí desconsolado pensando en las vejaciones e injusticias que había soportado aquella niña y que, pese a su corta edad, había mostrado  más madurez que todos nosotros juntos.
La sombra de la duda empezó a abrirse paso. Me cuestionaba en qué momento habían fallado nuestros métodos de educación. Sopesé los posibles errores que yo  mismo pudiera haber cometido en la enseñanza de mis alumnos. En algún cruce del largo recorrido la tolerancia y el respeto habían quedado atrás, junto con otros muchos valores. Era más que evidente que no supimos transmitirles a nuestros descendientes la importancia de respetar al prójimo y convivir con él en paz y armonía. Ahora tocaba recoger las consecuencias de lo que sembramos en su día. Estamos atravesando un tiempo de egoísmo absoluto, de avaricia e intolerancia, sin percatarnos de que estamos sentados sobre una bomba de relojería que puede estallar en cualquier momento.
No me alcanzan las palabras para expresar la vergüenza que me invadió durante la lectura de este diario. En un principio era vergüenza ajena, me sentía molesto por la manera de actuar de mis discípulos, pero no tardé en sopesar mi propia parte de culpabilidad. Me acusé a mí mismo por no haber estado más atento a la clase e impedir los hechos; por no haberme percatado de lo que estaba sucediendo delante de mis propias narices y haberme dirigido de manera tajante  a mi clase cuando aún había tiempo para ello; por no haber prestado más atención a todos aquellos muchachos que por su origen, su clase social o cualquier otro motivo eran "distintos"  y pudieran tener problemas para integrarse en el grupo. Tengo el mismo grado de culpa que los autores materiales de estos lamentables sucesos y no merezco perdón. Debí haberme implicado más en el bienestar de Bibiana, dialogar con todos ellos y hacerles ver que pese a las apariencias las personas somos todas iguales, sin distinciones de ningún tipo.
Nada me haría más feliz que saber que la pequeña Bibiana ha regresado a su hogar sana y salva, que esos padres vuelven a respirar después de los momentos de incertidumbre que han atravesando y que las tinieblas del miedo se han apartado de su camino.
En lo que a mí respecta las palabras acusadoras de Bibiana me han llegado al alma, dejando en mi interior una huella imborrable.. Me han hecho ver que todas nuestras acciones tienen sus consecuencias a la larga, cosa que ya sabía. Pero también me han enseñado que cuando no actuamos y nos quedamos de brazos cruzados frente a cualquier situación, influimos igualmente en los sucesos que vayan a tener lugar en el futuro, por inverosímil que parezca. Ha sido preciso que los reproches mudos de Bibiana cayesen en mis manos para hacerme comprender que en ocasiones es necesario intervenir a tiempo para evitar así una desgracia mayor.

Narrador

Relatos FM


Cielo Amarillento


   La mujer esta desnuda entre el sol y el agua; la rubia cabellera ensortijada suelta en el luminoso amanecer, húmeda de las olas que acarician la playa, viajeras de sus muslos, senos y vientre, olorosa de arrayan y fruta madura. Hubiera querido un río crecido  arrastrando cantos, troncos y alientos, el suyo también, convertido en áspero respirar y sollozo contenido, hasta una roca en mitad  del océano cubierta de madreselvas en la que descansara un segundo, un siglo, el tiempo que dura el cumplimiento de un anhelo.
   Entre la maleza de garfios y espinos  el hombre exhausto con jirones de carne desprendidos sufre por la vida que le abandona ante su vista desolada, venida de lo que embiste altas murallas, avasalla lo que conquista y convierte los recelos en picos que derriban lo que alcanzan. Abatido quiere que la lava de un volcán abrase lo sembrado, cocodrilos devoren lo que resiste apaleado y se hundan los edificios. Todo revuelto y destruido. Tabla rasa para  triunfadores y perdedores, para que surja feroz y nuevo lo extinguido y recobre él la forma de entrar de pie en la eternidad.
      Estiró la mano ella y halló la proximidad de la muerte en heridas como puños, en lo frío de la frente, en los ojos vueltos de cristal blanco. Tiró del moribundo cuanto pudo hasta el calvero del bosque, lo arropó con su calor y cuando respiró descansó.
   Sintió el agonizante la levedad de la pluma del ave del paraíso, la ingravidez de un vuelo sin viento y quiso participar facilitando lo difícil, indicar el sitio bueno, expresar lo contento que estaba de la infinita paz de lograr ser alzado a la luz de comenzar de nuevo.
   Cada día lo cuidó; del pozo más hondo sacó el agua que le dio, golondrina haciendo nido para el hombre poco a poco salvado de su mano; ternura del tamaño de lo humano que brota espontanea  en lo que habita, propicio a acudir en socorro del necesitado.
   Sorda de oír donde reside.
   "- somos vencedores de las hordas que tienen su guarida en las montañas, seres toscos y hoscos. De los muertos y capturados hemos perdido la cuenta,  a los huidos nuestras jaurías los atraparan y despedazarán.  Vivos son una amenaza.
   Señores de la soberbia rugiendo en la selva, levantadores de empalizadas y cavadores de fosas. Encubridores de desmanes y mentiras. La mujer hastiada y humillada los desprecia.
   Con los ojos cerrados retuvo él en lo que se asienta la existencia, cascada de imperiosa llamada interrumpida por causa de lo desfallecido; al abrirlos se reflejó en otros decididos vistos en compañía de una dulce sonrisa que lo alentó.  Vio se desplegaba la primavera aunque las hojas en las ramas fueran ocres y amarillentas.
Supo que viviría lejos de la arenga demoledora.
   "- Beben de nuestra agua, les paramos los malos vientos y en nuestra laderas se cría lo que cazan; a cambio levantan torres para vigilarnos, nos acechan como animales en el llano y cuando les pedimos algo nos escupen en la mano. Reventaremos sus ciudades para escarmentarlos.
    Asambleas de  lanzas y dardo preparando la contienda. Redoblan los tambores y graznan los motores de la guerra, colmillos y garras cada vez más salvajes. Flaco y demacrado sabe está pagando lo absurdo que pretende pasar por justo y oportuno.
       - Estás herido, no preso; las disputas de las que vienes o vas no  importan. Te ha ocurrido una desgracia de la que soy testigo y ayuda sin que eso se extienda más allá de este momento.
           -Apenas me sostengo al borde de la fronda de este bosque sin saber si es lugar de refugio u hoyo de enterramiento. Dependiendo de ti lo que tenga que agradecerte cuenta con ello.
   Entretejiéndose con lo que eran intenciones acordes con la situación inesperada había un hilo finísimo de entendimiento fluyendo lentamente hacía ellos envolviéndolos.
-Estoy triste y contenta. De donde vengo hay llamas que asolan lo que tocan, aquí estoy tan tranquila que parezco otra. No se sí llorar o reír en este desconcierto que me inquieta.
-Soy menos que tú que me has devuelto a la vida aparecida como un milagro apartando las tinieblas. Ahora tengo alegría y la certeza de que eres amiga. De lo mío toma cuanto quieras.
Van poniéndose del lado que ocasiona el afecto, confiando los sentimientos íntimos. Descubriendo la emoción del acercamiento. Irisado hálito que estira las arrugas de la frente y mitiga la mueca dolorida.  Juntos ven ir cayendo el peso de la escarcha, el fundir de los metales, admirados de penetrar uno en el otro con la ternura y recato de lo sencillo revelándoles la  felicidad.
   La mujer había de volver con los que azuzan la represalia, braman contra los perseguidos y preparan la hoguera de los apresados
   Él en la noche oscura oía el retumbar del airado vocerío ordenándole atacar a quienes los menosprecian y postergan, tratarlos como alimañas y estrangularlos
   Pasaban de estar aturdidos a la serenidad del reencuentro en el claro del bosque placido y expandido. La espera  con ramas de acanto blanco-violeta y sonrisa entusiasta en el jardín que construía para acogerla, llegada con una cesta repleta de lo mejor que guardaba y el andar seguro de enamorada.
   -Es un prodigio lo bien que te recuperas. La naturaleza es grande y generosa; en este inmenso bosque cabemos todos y cada uno puede tomar lo que necesita. Curándote a ti me sana a mí.
    -El prodigio eres tú; sin ti el bosque no es nada. Eres quien pone verdor en las ramas, la flor en el tallo; si levantas la mano ahuyentas los pesares y cuando sonríes haces la suerte de quien miras.
   El incendio de la espesura quema a los que viven en la montaña y los aluviones ahogan a los que moran en la llanura. Están también quienes rechazan la violencia y se rebelan contra las injusticias; esos que de tanto sufrir pierden el miedo.
              -Estamos aquí para no ceder mas, haremos de este encuentro y lugar un puente por donde cruzar a oponernos a quienes odian y matan.
   -Nunca más volveré a empuñar un arma; hablaré para que nadie sea uncido a un carro de combate, ni sirvan sus huesos para cavar trincheras.
   Restauradas las fuerzas del hombre, vibrantes las de ella se abrazan con el corazón y los ojos hasta saltárseles las lágrimas de alegría.
   -Con tu presencia mi cometido se ha esclarecido, me despliego en ti confiada y sé lo bueno del camino emprendido. Bendito encuentro que nos ha traído calma y amparo.
   -Eres consuelo del lirio destrozado, alas de lo que sueño. Enternecido resplandor en que me arrullo, espejo en el que me miro.
   Se dejan mecer al compás de la melodía que los aproxima de amor y deseo fortalecidos. Un panorama de suaves prados y cielo limpio, el aire traslucido de azul y correr de la mano sin fatiga.
   En los territorios de los intolerantes, hechos de abismos y castillos refulgen las  insignias, estalla el cielo, tiembla el suelo y de cada lado las cabezas trocadas en cascos de acero rechinan. Rabia, resentimiento y ceguera. Agotados y maltrechos en filas famélicas se retiran del campo de batalla cada uno a su madriguera desangrándose, cadáveres sin piel ni huesos haciendo guardia con la bayoneta calada.
   Humo y polvareda de furias y vilezas vio la mujer al salir por su puerta en auxilio de los heridos y despavoridos; manos de nieve para lo sanguinolento y cálido aliento para los escalofríos. Curó y confortó mas que pudo en la enormidad de la calamidad con un destello que pretendieron apagar los instigadores del desastre con el repique de campanas urgiendo a continuar en la lucha y el disparar frenético de los cañones.
   El gran estruendo de los combates eriza el viento que le trae  al convaleciente aflicción al pecho henchido donde convergen memoria y amor. Ansió la paz hasta dolerle el pensamiento; nadar amigo  en las dos orillas, lo amplio de la pradera compartida, el resplandor del cielo para todos, levantar los ojos y verla vestida de liberación y gozo. Absueltos y bienaventurados, disuelta la asamblea donde muchos se desgañitan.
   Ella con los oídos martilleados por las explosiones y acosada por el desbarajuste lloró; luego reclino la cabeza en el quicio de la ventana. Con el reposo  comenzó a notar una dulzura exquisita que la llevó donde él la mostraba lo fecundo del coraje para que resurgiera. El hombre sintió quemaban las piedras y que las cumbres de las montañas ardían; la supervivencia secándose sin sol enganchada yerta a las ramas. Tuvo nauseas; se cogió lo  de mas adentro exprimiéndolo hasta que destiló el perfume de la amada y sonrió. Cariño que se otorgan en un entorno estrecho y contaminado, de insomnio y padecimiento.
   -Voy ángel mío a que pongas tus dedos de azafrán en mi cintura, resuenes en mi pecho de río caudaloso y transparente. Aleja de mí esta pena lastimosa y pon tus girasoles en mi boca.
   -¿Que haría si no volvieras gloriosa de hermosura, atenta a mis desvelos? Pongo en ti mis esperanzas de nueva floración, triunfo de la transformación de obtener el vivir en lo diáfano de la generosidad.
      Una madrugada neblinosa en el bosque reapareció la desolación y el miedo, crujieron las hojas en el suelo, fueron pisoteadas las florecillas del otoño benévolo. Desprevenido fue cogido en el cepo urdido por la rabia, vejado por el rencor acumulado. Hubo eclipse en el fondo del agujero, de alborada taciturna en contrapunto con lo prometido. Le colgaron de los pies y  su cabeza fue puesta a ser pasto de las fieras. Crueldad del poder ejercido por bestias.
   La mujer iba tarareando su canción favorita por la senda que da al claro del bosque; se frotó las mejillas para ponerles color y tenso la vista para recordarlo mejor; así experimentaba un placer intenso a la vez embriagador y sereno. Sabía lo que quería de verse entera en sus brazos gustando cada beso, capaz de cruzar el universo solo por verlo.
   Cuando lo vio un huracán de angustia la fulmino quedando reducida a un lamento. Taladrado su pensamiento por el sin sentido, desgarrada por zarpas fratricidas. Diminuta planta de un huerto venidero agigantada por el amor que siente busca la puerta ilesa, la lámpara encendida que la conduzca más allá de la muerte. Espantó ratas y cuervos, lo desató, lo lavó y cubrió de besos y caricias. Ya enterrado le habló.
   -No se nace y se muere por que sí. Blanco y negro, abundancia y miseria todo  dispuesto para ser cambiado. Nadie ordena al planeta girar, ningún titán mueve las mareas, menos que haya quien disponga de la vida humana. El hijo que en mi dejas aspirará a que concluya la barbarie, será alameda que recorra la plenitud de lo que sueñe y compartirá lo que tenga. Tú y yo de azahar estaremos donde quepamos  juntos.
   Mariposa estrujada, profundidad de raíz arrancada, asombra su rosa de remanso reconstruido, la sabiduría de su tormento des dolido. Agarrada al fruto de su vientre regresaba al claro del bosque protegido de norte y sur por paisajes armoniosos a evocarle  llevando a quien le ayudara a ampliarlo. Él de la mano invisible que resucita el alma caminó por los senderos que fue abriendo en la montaña por alejarla de la batalla.

Yokube

Relatos FM


Retrato


Ya estaba acabado, al fin. Había preparado laboriosamente la madera, enluciéndola varias veces con creta y cola. Sobre el débil esbozo a carbón, sellado con barniz, aplicó el óleo en esfumato, diluido en aceite esencial, lentamente, eligiendo con cuidado los colores y sus tonos, difuminando los perfiles, imprimiéndole al motivo una atmósfera mágica, azulando el paisaje y desdibujando con paciencia las figuras lejanas, hasta perderlas en el horizonte, como si pudiera pintarse el aire, como si pudiera atraparlo y dejarlo allí, para siempre, quieto, como el aliento contenido de los amantes cuando se miran de cerca sin necesidad de hablarse. Ocre quemado en las sombras, amarillo en los pómulos y bermellón en blanco de plomo para todo su rostro.

Los dos planos estaban definidos y envueltos en una luz sombría que jugaba con su pelo, se introducía en las transparencias de su velo, resbalaba por el rostro y llegaba hasta las manos, donde meticulosamente se empeñó con el albayalde y los verdes, hasta hacer latir las venas debajo de la piel.

Agotado, dio dos pasos hacia atrás para coger perspectiva. Contempló a la modelo por encima del caballete, serenamente risueña a pesar de las horas de posado. Después de tantas sesiones, después de tanto esfuerzo, allí estaba su obra, imperfecta. Sin apenas más vida de la que tenía tiempo atrás, cuando sólo era una tabla de madera de álamo. Suspiró abatido, y con un hilo de voz, casi implorando, preguntó a la pintura: "¿Por qué no tienes alma?". Miró fijamente a la modelo, perdiendo la noción del tiempo, hasta que una voz lo sacó de su ensoñación:

- ¿Maestro?... ¿Maestro?...

- ¿Sí?...

- ¿Leonardo? ¿Os encontráis bien? Me estabais mirando como si no me hubieseis visto nunca - Dijo ella algo preocupada- como si ocultase un misterio o guardase un secreto.

Entonces lo comprendió todo, se acercó al retrato, dirigió el pincel hacía el rostro y, con infinita delicadeza,  le retocó la sonrisa.

Colt

Relatos FM


Madera entre tus dedos


Un ruido familiar me despierta de mi estático sueño. La puerta del ascensor cruje y oigo pasos que se acercan. Una llave de metal gris gira en la cerradura y una sombra oscura entra en el salón bailando esa coreografía tantas veces vista. La misma cada noche, desde hace algunos años.
Con suavidad, choca un puñado de llaves en el cristal del cenicero sin colillas y la luz de la mesilla, ilumina la habitación.
Impaciente, como cada noche, espero mi turno.
Tus pasos se alejan por el pasillo y el resplandor de luz blanca de la cocina se refleja en el espejo del salón. Te observo, quieta, sabedora de cada gesto tuyo. Abres la nevera, sacas un plato helado y lo colocas en el microondas. Un minuto y medio será suficiente.
Una chapa decorada con estrellas cae encima del mármol y un largo trago de cerveza fría pasea por tu garganta. Y yo, siempre sin sed, envidio el gesto de satisfacción que se dibuja en tus labios cuando separas la botella de tu boca y la miras un instante.
Un leve pitido, un abrir rápido y un pequeño portazo.
El reflejo de luz blanca desaparece del espejo y las últimas zapatillas que te regaló por tu cumpleaños, te acompañan hasta el sofá.
Te sientas y sin prisas, ojeando una vieja revista, comes en silencio mientras yo, gritando sin voz, inmóvil y desesperada porque me siento no existir, espero.
Bailan los segundos en el péndulo del viejo reloj de pared y convirtiéndose en minutos, a mí, se me antojan horas.
De pronto, me miras. Sonríes sin decir nada y acercándote despacio, me envuelves en tus manos.
Observas el hueco vacío que queda en el rincón donde me gusta esconderme. Me agarras por los pies y sin pensarlo un instante, empiezas, despacio, a retorcer mi cabeza.... Y yo, doy vueltas y vueltas entre tus manos, con una sonrisa pintada en la cara. Un leve mareo, dibujado en espiral... y al final, sintiéndome vacía, como siempre, con mi cabeza separada del cuerpo, pienso que quizá, si tuviese corazón, podría descifrar tu mirada clavada en mí.
Me dejas allí, encima de la mesa y das un paso atrás observando mis pedazos.
Te acercas de nuevo y noto tus dedos en mis zapatillas de madera. Una leve caricia en mis cabellos escondidos en un pañuelo dorado y de nuevo, me partes en dos.
Y yo, sintiéndome especial, te miro con mis ojitos de pintura negra trazados con pincel fino, mientras colocas en fila pedacitos de mí.
Me siento empequeñecer entre tus dedos y sin embargo, mientras noto que, poco a poco,  voy invadiendo tu espacio, dibujo una leve sonrisa en mis labios perfilados de rojo, deseando que vuelvas a bailarme en el tiovivo de tus manos.
Sigues desnudándome en trocitos, en silencio. Y yo, cada vez más pequeña, cada vez más impaciente, noto que una extraña sensación intenta apoderarse de mí, de mi cuerpo de madera esparcido encima de la mesa.
Minúscula, insignificante mi tamaño y rebosando caricias, acurrucada entre tus dedos, me acercas  a tus labios mientras pienso que si tuviese corazón, quizá, podría sentir eso que en el televisor llaman amor. Quizá si no hubiese un vacío tan grande dentro de mí, podría descubrir lo que sientes en tu piel cuando, en la oscuridad de la noche, abrazado a su fotografía y sentado en el sofá del salón, a solas, dejas escapar lágrimas susurrando "te echo de menos". 

Sodade

Relatos FM


Rios de Papel Mojado


Andrea, encorsetada en un escueto traje de dos piezas que resaltaba su espléndida figura, atrae las miradas ajenas, tanto féminas como varoniles. Es una mujer segura de sí misma, autocomplacida, que sabe caminar provocando a su paso cualquier cosa menos indiferencia.
Volvía a casa después de un año de trabajo en Alemania. Allí analizó las tendencias de la moda femenina del siglo XX,  específicamente desde los años cincuenta hasta los noventa. Su análisis social quedó plasmado en una exposición fotográfica que alcanzó cierto prestigio y que recogía fielmente el fin de la alta costura en los cincuenta (producida por  la confusión  tras la de la II Guerra Mundial), el inicio del prêt-à-porter en los setenta, así  como la vuelta en los ochenta del conservadurismo en la moda, representado por el "power dressing", concluyendo en los noventa donde los  profundos cambios en los sistemas sociales acentuaron su consumismo en masa y la interpretación de ésta como una forma de ser y estar en el mundo. Andrea coordinó la exposición, y sus reflexiones se publicaban trimestralmente en la revista para la que trabajaba; "Expansión y Mujer".
Su rostro tropezó con un vitral, estaba cansada, su pelo teñido de rubio platino número diez, estaba desmadejado y revuelto. Sus destemplados ojos, vulgarmente marrones, se asombraron al reconocer que esas facciones eran las suyas, angulosas, simétricas y perfectas. Salía  de la zona de desembarque, todavía un poco confusa y se dispuso a esperar sus maletas en la  zona de equipajes  de Barajas.

Sospecho que tiene tramado algo muy  peliagudo. ¿Y qué es eso de "sus destemplados ojos, vulgarmente marrones"? ¡Será envidiosa! Lo estoy viendo, ventilará mis trapos sucios, usurpará mis pensamientos. Desde que ha dejado de golpear las teclas del ordenador estoy algo más tranquila, es incómodo sentir como te observan desde arriba. Soy papel mojado, lo sé, desparramo tinta a mi paso, sí, pero, ¿no es menos cierto que eso no le da ningún derecho a vapulear mi vida a su antojo? ¡Quiere ser escritora, ella sí que es papel mojado!
Sé que ahora está pensando en mí,  ¿pero soy algo más que una invención suya? Desde luego, no soy un personajillo de esos a medias tintas, estoy sindicalizada, y harta, de que la escritora esta de medio pelo trastoque mi vida a su antojo y que me pierda en desgracias. Me niego. Miro a mi alrededor, todo está lleno de  personajes de ficción, trozos de papel y cartón piedra,  como yo, pero sobre ellos  nadie escribirá nada. Los observo, vacíos de pasado y de presente, son relleno, como todo lo que hay en esta maldita terminal. ¡Pobres tintas de otros mundos!
Hace bastante que no escribe nada, anda abstraída en malvadas invenciones, lo sé, y me ha dejado aquí, con estos personajillos que no importan a nadie, esperando unas maletas que no llegan y un final que deseo cercano.

Tras casi media hora esperando, Andrea decide realizar la reclamación oportuna  por pérdida de equipaje. Tras rellenar el formulario, decide marcharse de mala gana.
-¿Andrea Escobedo Villar?- -Sí, soy yo- -Perdone, acaban de encontrar su equipaje, el mismo jefe de policía me envía. Si es tan amable, acompáñeme-
Andrea suspira aliviada, sigue al policía que la dirige a una sala del área de seguridad donde le espera sentado el hombre más grande que jamás haya visto.
-Bien, bien, señorita, tome asiento; Alberto cierra la puerta-. Su voz tenía una fuerza desgarradora. –Soy Manolo, el jefe de policía. Vamos a ver, parece que ha perdido sus maletas, ¿no? ¿Venía de Alemania, verdad? Bien, en cuanto me he enterado, me he puesto en ello. Las encontré, y tuve que abrirlas. Vamos a ver cómo le digo esto, no me ha gustado nada, pero nada lo que he visto dentro de una. Lamentablemente está metida en un buen lio.-

Esto no se hace, ya me las venía yo venir, ¿qué tendrá tramado? Si ya pasé los controles de seguridad en el Tegel. No me lo puedo creer, ¡maldita niñata!  ¿Pero por qué me tiene que hacer esto a mí, qué me habrá metido en la maleta? ¡Estoy aterrorizada, es que me estoy viendo en la cárcel!

- Señorita, le voy a hacer unas preguntas claves, para saber por qué lleva lo que lleva.- Antonio, cogió un blog, mientras Andrea emitió un intenso suspiro.
- ¿Escobedo, verdad? ¿Dónde nació? ¿Qué has estado haciendo en Alemania? ¡Ajá!  Hábleme de esa exposición, por favor.-
De repente, el hombretón relaja sus duras facciones. -Mire, le voy a ser sincero, esto no es tan grave, pero fíjese que sí es algo personal. Le pido que mire estas fotos, ¿reconoce que son suyas?- Andrea estupefacta mira las fotografías, efectivamente pertenecían a la exposición.-Sí, son mías, ¿es un delito llevarse unas fotografías que por otra parte voy a donar a la revista?-
-Mire, siento haberle asustado, ¡Dios mío!, mire, no doy crédito. Mi madre, fue una de las primeras mujeres que fue sola a Alemania para trabajar, mientras mi padre no paraba de emborracharse. Se apellidaba también Escobedo, eso es lo que me ha hecho buscar sus maletas de inmediato. Ella se fue prometiéndonos que volvería. Nunca volvió, yo no quería oír lo que iba diciendo de ella, y fíjese aquí la tengo, posando culona en bañador, ¡Mamá, mamá!-. El llanto se hizo insoportable.
Había unas cuantas fotos de la madre, todas en traje de baño. La modelo mandando un beso, un guiño, un beso a medias. Este hombre había tenido tiempo de ojearlas todas, y así estaba. -¡Mamá, mamá por qué no volviste, mamá!-
Después de esa historia surrealista, Andrea, volvía a casa en taxi, sonriendo cada vez que pensaba en ese pobre policía llamando a gritos a la madre que se fue a Alemania y que en vez de trabajar en una fábrica de máquinas Singer, terminó de modelo de baja costura.
A veces se le escapaba una carcajada, y mirando hacia arriba repetía, "menudo susto me has dado, escritorzuela".
El taxista, instintivamente supo que había encontrado a su próxima víctima.

¡Nooooooooooooooooooooooooooooooooooooo!

Burbujas sin Norte

Relatos FM


Satanás con Adán y Eva


La llamada telefónica de tu cuñada te deja grogui, por qué, si todo lo que ocurrió fue tal como lo planificaste, ¿acaso arrepentido?, pues ya es tarde, ella te dijo que Eva está muerta.
Ah, no es arrepentimiento, entonces, qué es. Sí, ya sé que recibir la noticia así de súbito te cuesta trabajo asimilarla. Pero, Adán no dudes, acaso no lo que querías hacer. Vamos hombre, sigue tu plan de tomar el dinero y marcharte tal como lo planeaste: vía España, para después de un tiempo prudencial continuar hacia Cuba.
Vas al baño y recoges la prueba del delito; el estuche de pasta dental. Vacías su contenido en el lavamanos, observas como el agua lo diluye, diluyendo en ella parte de tu temor. Reduces al estuche al tamaño mínimo posible y lo guardas para luego desaparecerlo.

Recuerdas ahora cuando quince años atrás matriculaste Licenciatura en Lenguas Extranjeras, ese tu primer gran sueño. Pensabas que después de hacerte del título podrías conocer el Mundo y como un donjuán, pretendías, conquistar a una mujer rica en alguno de los posibles viajes, sin que te importara la edad de ella, ni su belleza.
La ilusión de licenciarte solo te duró hasta el tercer año. En la facultad que estudiabas había un ambiente que no soportabas, pues entre lesbianas y maricones, junto a otros peores para tu gusto como aquellos "intelectualoides", quienes te hastiaron, motivo de la trifulca que te costó los estudios y no te quedó más opción que trabajar.
Próximo a los dos años de trabajar como operario lograste tu objetivo al ser seleccionado para ir como cooperante a la antigua Checoslovaquia, entonces reconstruiste tu plan de viajar al extranjero y de conquistar a una mujer acaudalada. Solo que esta vez no viajarías como licenciado, tu añorado sueño, sino irías como mano de obra barata. El viaje te serviría para subir el primer escalón, pero para continuar tu ascenso necesitarías aprender el idioma checo.
Después de establecerte en el nuevo país y aprender el idioma, comenzaste a frecuentar los lugares a donde asistían algunas de las mujeres del linaje que pretendías.  En esos lugares, discriminado por el color de tu piel, pues allí pagan justos por pecadores, los que habían hecho las trastadas fueron otros cubanos de piel negra como la tuya.
La segregación te obligó a visitar tabernas en donde no se oponían a que entraras. En una de esas visitas te presentaron a Eva, un amigo tuyo, que en ese momento era novio de la hermana de ella. Desde las primeras palabras que intercambiaste con Eva notaste interés en ella hacia ti e incluso llegaste a creer que quizá la habías cautivado el color de tu piel, aunque, también notaste que se asombró por lo bien que dominabas el checo.
Te propusiste conquistar a Eva y lo lograste. En poco tiempo la convenciste de que vivir junto era lo mejor y te mudaste a la casa de ella, artimaña que utilizaste para que corriera con tus gastos. Sin embargo, Eva no poseía el capital que deseabas para tus ambiciosos planes, por eso, se desarrolló en ti una gran ansiedad que te condujo a convertirte en un miserable.

Detienes tus lucubraciones del pasado y vuelves al presente preguntándote cómo pudiste degradarte hasta llegar al crimen. Sí, ya sé que esa pregunta no puedes responderla. Imagino que todo debe haber comenzado cuando leíste aquella novela policíaca en la que el asesino mataba a su víctima con arsénico y parecía que había logrado el crimen perfecto, al no ser descubierto por el enmascaramiento que utilizó para envenenarla. Entonces se te ocurrió hacer algo similar. Pero antes de liquidar a Eva debías persuadirla de que extrajera todo su dinero del banco; para ello le argumentaste que necesitabas capital para una inversión ventajosa, donde podían ser socios.
Tu falta de escrúpulo no te permitía recordar los buenos momentos que pasaste junto a ella, como en aquellos paseos por los jardines del Castillo de Praga. Parece que en uno de esos paseos te sentiste identificado con el Jardín del Edén, y como ella se llamaba Eva creíste que estabas en el pasado bíblico de la creación, solo que en lugar de cobijarte en el árbol de la Ciencia del bien, lo hiciste en el del mal, para luego comenzar a pecar, alejándote del creador.
Después de la Revolución de Terciopelo que produjo el cambio de régimen y con el capitalismo instaurado en la nueva república Checa, perdiste tu trabajo. Entonces recurriste a tus tambaleantes conocimientos de redacción, contactaste con el director de un diario para que valorara un artículo que le presentaste, aceptaron publicarlo pero, sin compromiso de volver a publicarte, luego le llevaste otros y otros que también publicaron, hasta que un mal día se negaron a recibir más trabajos tuyos porque todos se referían a un mismo tema, que ya era pretérito. Después de recibir el último pago por tus trabajos periodísticos tuviste que volver a Eva y refugiarte bajo su manto.
Para ti depender de Eva engendraba perturbación, cortedad y odio; porque desde niño te enseñaron que los hombres son los que mandan y dominan el dinero. Entonces fue cuando se te ocurrió la artimaña para tratar de obtener la independencia de ella, le dijiste que habías presentado un proyecto de novela y que te habían aceptado publicarla y por eso necesitabas que te prestara su casa en el campo. Aquella morada campestre que Eva utilizaba para pasar sus vacaciones, situada entre Ostrov y Karlovy Vary; lugar al que parafraseando a Rulfo, no hay allí quien le ladre al silencio.
Una vez más Eva aceptó uno de los tantos pedidos tuyo y por los que nunca ella recibía recompensa, aunque, no te complacía para recibir nada material, solo le interesaba hacerte feliz, según sus propias palabras. 
Eva te visitó seis veces durante lo seis meses que dedicaste a escribir, fachada con la que trataste de encubrir las fechorías que realizabas en la frontera con Alemania. En aquellas visitas de Eva, ella recibía buenas atenciones conyugales, eso imaginabas al encenderle su hoguera con tu flamante antorcha.

Miras al reloj y comprendes que debes apurarte, pues casi es hora del vuelo que pretendes tomar hacia Madrid. En el trayecto hacia el cuarto, miras a un lado y ves su bata de dormir, la imagen es captada por tu iris, deslizándose por este y cayendo al vórtice de tus pupilas, hasta trepar al cerebro por el nervio óptico; la repuesta no se hace esperar, pues a través de la medula espinal te llega la sensación de escalofrío propia del miedo.
Entras a la habitación y vas directo a buscar en la gaveta donde le viste guardar el dinero, pero solo encuentras un sobre y un frasco, tomas el sobre y lo abres. En su interior hay una carta. Comienzas a leerla en voz alta como si quisieras oírte.
Adán:
Quizá sea esta la última vez que me comunique contigo, ante todo moreno engreído  quiero recordarte todos aquellos tiempos: los buenos y también los no tan buenos que pasamos juntos.
Qué te sucede que lees en voz alta, pero, no te escuchas.
... vinieron nuevos encuentros, que cada día se hacían más frecuentes, hasta que me hice una adicta a tu rostro, voz y olor. Comenzamos a tener una relación informal, que cada vez se formalizaba más, hasta que decidimos que te quedaras a vivir en mi apartamento, espero que lo recuerdes.
En aquellos tiempos simulabas amarme tan bien que te lo llegué a creer, sobre todo cuando me hacías el amor; recuerdo que comenzabas besándome, luego paseabas tu lengua por todo mi cuerpo hasta llegar a mi húmeda y oscura selva, aquello era sublime. Cabrón, te valiste de esos trucos de amante para hacerte necesario, aunque, no puedo negar que disfruté de sensaciones desconocidas...
Aquellos dos primeros años fueron inolvidables, a veces pienso que tú también los disfrutaste, porque sino, cómo pudiste engañarme tanto, al extremo de que yo no sospechara de tus propósitos malsanos.
Suspiras, será que tú también lo disfrutaste.
... al descubrirse tu falsa fachada de periodista quedaste desempleado y quisiste recuperar el tiempo perdido de nuestra relación, ya no eras el moreno fogoso que conocí, sino, el gélido europeo que acostumbraba a hacerme el amor una vez a la semana y traerme ese día un ramo de flores, preferentemente los sábados, costumbre de los checos que asimilaste como propia.
El amor por ti era tan grande que me desfiguraba la realidad sobre los cambios que te acaecían, te habías convertido en un hombre ruin, repugnante y sin escrúpulos. Y sin quererlo, al estar a tu lado me convertí en cómplice de tus felonías.
Al regreso de tu última visita a Cuba solo me hablabas de que según el cambio de la moneda cubana por el euro, con cuarenta mil de estos te podías convertir en millonario allá y vivir sin trabajar el resto de tu vida. Esa idea te había obsesionado, acrecentando tus cualidades más bajas, sin importarte acíbar a los demás.
Cabrón de cuantas y cuantas patrañas te valiste para involucrarme en tu cretino comportamiento con la que habías lánguido tu moral y también la mía al arrastrarme a la complicidad. Me pregunto en qué me transformaste Adán, en una mujer que cada día tenía que rumiar mi amargura en mí bregar por el sendero que conduce hacia el infierno, me respondo.
La acumulación de sufrimientos me llevó a tomar la decisión de hablar contigo para que le pusieras coto a tu comportamiento indigno y al entrar a la habitación, estabas preparando el crimen perfecto como en aquella novela que habíamos leído. Te observé vaciar el contenido del estuche del dentífrico y su contenido lo mezclaste con un polvo, luego volviste a introducir la pasta en el envase original. Aproveché que no me habías oído entrar a la habitación y me escabullí con sutileza.
En la primera oportunidad que tuve después de haberte cogido in fraganti, busqué el dentífrico y tomé una muestra que llevé a un laboratorio, el resultado, anhídrido arsenioso, un veneno mortal. También por los del laboratorio supe que puede causar el mismo efecto de manera acumulativa, el modus operandi del pretendido crimen perfecto.   
Espero que mientras leas esta carta, comprendas que tu crimen perfecto se convirtió en un bumerán, pues como utilizas un dentífrico similar... Tal como lo planeé debes haber completado la dosis de veneno necesaria para que la parca Átropos te corte el hilo que te detiene en este Mundo y te envié de inquilino de Satanás, aunque, no sé si él acepte tanta inmundicia en un solo paquete. Te quiso.
Eva
Te dispones a leer la posdata, cuando te parece escuchar la voz de Eva como en off diciéndote: por consideración con Satanás puse en la gaveta un frasco que contiene el antídoto...

Mindy

Relatos FM


La Reencarnación


Me molesta la luz. Cerraré los ojos; aunque pensándolo bien no lo haré porque estoy seguro que me dormiré como cuando me faltó el aire. ¿Cuánto tiempo he estado dormido? No lo sé. Quizás es que he estado muerto. ¡Claro! he vuelto a nacer. Solo recuerdo que alguien me paso la mano por la cara y me bajó los parpados. Bueno no importa, estoy vivo y dando saltos de alegría.

No tengo un cuerpo muy irregular y con la experiencia que atesoro no volveré a cometer los mismos errores de mi vida anterior. Lo malo es que me volverán a salir los dientes. Si una persona adulta tuviera que aguantar que le salieran los dientes, se volvería loca de dolor. Cuando la muela del juicio les asoma por la encía se hinchan de anestésicos. Sin embargo nosotros, los bebés, nos chupamos los puños y mordemos todo lo que está a nuestro alcance mientras eclosionan las dentaduras.

Tengo frío, ¿será invierno? Alguien vendrá pronto a recogerme, me dará de comer y me vestirá. Cuando vea al cura de mi pueblo le diré que es un embustero. Toda la vida hablando del cielo, del infierno, de Dios, del pecado. Nada de nada. Bueno quizás el hombre lo decía de buena fe. Lo único cierto es la reencarnación. Yo he vuelto a nacer. Claro, ahora entiendo lo de la « la materia ni se crea ni se...»

Cuando aprenda a andar iré a ver a mi mujer y a mis hijos. O quizás sea pronto, mejor esperar a mi mayoría de edad para que mis rasgos sean como los de antes y me reconozcan. Claro que a lo mejor para entonces todos se habrán muerto y estarán reencarnados sabe Dios donde y en qué. Mejor dejar las cosas como están.

De lo que sí es estoy convencido es de que no volveré a estudiar ciencias, haré letras. Como profesor de matemáticas las conversaciones solo giran en torno al futbol y las mujeres. Nadie quiere hablar de teoremas, algebra o de funciones, mientras que de poesía, de literatura o de filosofía todo el mundo entiende, bueno es un decir porque la verdad es otra, pero por lo menos opinan.

No me volveré a casar, de eso también estoy seguro. Y no es que me haya ido mal el matrimonio, al contrario, pero me gusta la nueva fórmula. "Mi pareja" estas dos palabras son excelsas lo dicen todo y no dicen nada, como los políticos. Eso de "mi pareja" me suena maravillosamente, nada de responsabilidades, todo se paga a medias, el sexo gratis. ¡Ah! Y de niños nada, atan mucho.

Yo es la primera vez pero esto de la reencarnación brinda grandes ventajas. En primer lugar, nos concede una segunda (o tercera, o cuarta) oportunidad. Sería injusto arriesgar todo nuestro futuro de una sola vez. Además, angustiaría tener que conformarnos con una sola existencia, a veces mayormente triste y dolorosa. La reencarnación, en cambio, permite empezar de nuevo. Ni los mejores hombres se encuentran, al momento de morir, en estado de perfección. La reencarnación, en cambio, permite alcanzar esa perfección en otros cuerpos.

Esto de reencarnarse también conlleva riesgos, sobre todo porque depende en el país que lo hagas. No es lo mismo volver en Somalia o Camerún que hacerlo en Canadá o Suecia. ¿Y de mujer? ¿Sería posible que la próxima vez renaciese mujer?  Basta ya de elucubrar, me está entrando hambre aunque parece que oigo ruido, sí son pasos, alguien viene a recogerme, se ha abierto la puerta, parece un médico, viste gorro y bata blanca aunque esa botas de goma tan altas no sé para qué le servirán, lleva algo en la mano.

─ ¡***** de mosca! ¡Zas!   

Nono

Relatos FM


Bancanieves y Los Siete Enanos Capitales


Érase   una  vez  una  Banca  muy sana y pura como la  misma nieve, por  eso  se  llamaba , en ese país no lejano,  Bancanieves. Era   tan  rica que la madrastra maldita, Crisis, la  tenía en su punto  de mira, la  perseguía  a muerte. Bancanieves quiso escapar  de  ella; primero  cambio  su melena  rubia, la  peseta, luego  se  enamoró  de Euro, el príncipe  señor  de Europa; precisamente, cuando  Bancanieves  se   dio cuenta  de que estaba perdida  y  atrapada  en las  redes  de ésa intentó refugiarse  en  la  fortaleza  de éste. De  camino  a  conseguirlo el bosque social  se  torno  en  un peligro, pues  allí apareció  un sicario  de  la  madrastra, el  brujo  más  malo, el que tienen por nombre  Paro;  no  se presentó  ofreciéndole  manzana de oro, sino  presentándole a  los que  simulaban  ser  inocentes  gnomos  y  eran los  más  crueles  monstruos, los  Siete Enanos Capitales. 
Soberbia  fue  el que primero  embaucó  a  la joven  haciéndole  creer  que  ella  era  la  más  rica  y pudiente, para  volverla  arrogante, presumida  y jactanciosa, olvidándose  de la  penosa  realidad. 
El enano Envidia,  asolapado  como una  serpiente le  provocaba  ese  mal  querer  hacia  las  demás   y la  tornaba  en un  ser  que no  descansaba  porque  creía  que otras bancas  eran  más  fuertes  y, por  tanto, más  deseadas  y  codiciadas que ella.
Si  esto no era bastante  Lujuria,  ese  enano  promiscuo. La  incitaba  a  llevar  una  vida  disipada  y, si podía  ser,  al lado  de  su gemelo, Gula. A ella  la  fiesta lasciva no le  disgustaba ni  descartaba, pues  el dinero  parece  que corre  en los sitios  de antro y vicio;  con quien ya  no  estaba   tan de  acuerdo  era   con Gula, pues  , como mujer, le  gustaba  tener  un  buen físico  y si a  ése hacia  caso  se convertía  como  él  en cesto y  tonel, por  eso rechazaba, con delicadeza,  la  buena mesa . Pero  era  Gula  el  que le  estaba  a ella, sí , a Bancanieves,  royéndole  hasta   los huesos.
.Pereza,  ese  si que la tenía  dominada,  no movía  un solo dedo  porque  decía  que  ella  lo tenía  todo,  creía  que  sus arcas  estaban repletas   y se olvidaba  que  Crisis, su madrastra  se las estaba esquilmando.
Avaricia  le  tentaba para,   como Banca  que  era, atesorar, pero no   sabía  Bancanieves  que  los  bienes  crematísticos   son para  que circulen   y nada  de acumularlosr  mientras  otros  los precisan, la  moneda  es circular para rodar  y  si es  billete  para volar; puede  que  al hacer  tanto caso  a  este  enano maléfico , al volverse  egoísta  y  poner  a todo interés  tan desorbitado, colmó  la paciencia  y  el enano  más terrible,  el  que  nunca  debe hacer  acto  de presencia, Ira, comenzó  a  alterar y perturbar  todo porque  sabía  que  sus otros hermanos ( Soberbia, Envidia, Lujuria ... )  los  otros  seis, la  estaban  matando  y encima  con  muy buenas maneras.  Él  no  es que quiera  defenderla , es que sabe, que si ella  se muere,  como  las dotes que tiene   son de todos, se  hunde el patrimonio  comunitario todo.  Ira,  con gritos   se alza  y  sus mismos  hermanos de sangre  le gritan  denominándole " Indignado".  Sale  a la pradera, sube a la montaña, marcha  a la plaza  y tras él son muchos  pobladores los que le siguen  porque  al igual que él ,  ese enano  díscolo, están  de acuerdo  que  hay  que salvar a  Bancanieves   de su madrastra  Crisis.  Llaman  a las  Virtudes, quieren  que les ayuden, pero por todos los caminos  encuentran direcciones prohibidas,  buscan huellas, intentan  encontrar  el elixir  desencantador, la pócima  que  devuelva   la vida a Bancanieves  pero  no hay pista alguna, solamente  recortes, recortes  y  alguien les  dice  que Tijeras es la única  que puede  acabar  con  la lacra  de  esa madrastra  , Crisis. Ella,  proclaman  muchas  voces,  que es  la  palanca   de primer orden  para  acabar  con los males  de Bancanieves,  y que hay que tener confianza  en los ejércitos monetarios  del príncipe  Euro,  esas  legiones  de miles  de millones ,  que batallan  por superar  las  barreras   que pone  Crisis  para  que  no  llegue a darle  el beso  a Bancanieves    que  está  muy malita, grave  siendo  ella misma  culpable   y  solamente  espera  que  ese   adalid  la  salve  y  rescate    de  los Enanos  Capitales   que la están devorando .   Creemos  que puede  haber  otras   vías   más  adecuadas  que la que protagoniza  y lidera  el gnomo Ira, lo importante  es  hallarlas   y  muchos  son los  zahories  que,  como iluminados,  proclaman haberlas  encontrado y desde el escaño , unos  con la  tijera  en la  mano  y otros  sin ella, todos  gritan   y maldicen  a  Crisis   y  a su fiel  acólito  el  demoníaco Paro, pero en su vehemencia  se olvidan  de  que  la  culpa  de todo  la  tienen  los Enanos  Capitales , unos  por  devorar  viva  a la Bancanieves  y el  denominado Ira  por, aprovechar la situación, para proclamarse   el campeón.  Lo cierto  es  que  Bancanieves  está  agónica   y  todos  lo estamos  con ella  si  ese príncipe, sea  Euro   o  quien sea, no le  da el beso  que la  despierte  definitivamente  y , con esa actuación,  la  madrastra Crisis  escapa  despavorida  y  el mago  Paro   derrotado o al menos  muy  frenado  para  que, al verse  incapaz  huya  y  nunca más  vuelvan  por  estos pagos aunque  sabemos  que  en este bosque social  siempre  quedarán, más o menos  escondidos,  los Enanos Capitales,  que en cada árbol de vida pueden aparecer todos en cualquier momento, pero con esa espada de Damocles vivimos, el mérito está  en frente a ellos  poner las Gigantes  Virtudes   y entonces  el cuento se habrá acabado  para  algunos  porque  no habrá  malos agoreros  ni profetas  que  anuncian cataclismos. En cada  hogar   se dejará  de leer  el cuento realidad   que  nunca debió  empezar  porque  Bancanieves   supo a él  ponerle  el más grandioso  y brillante final  ya que ella , y solamente  ella ,  con la  ayuda  de  millones de  anónimos enanos pobres  pero ricos , en lo más  valioso, las ganas  de hacer  país,   pueden  quitarse  el hechizo  de  Crisis ,  que  marchó  viendo  correr  ríos  de dinero     en los que podía  quedar ahogada  y , el brujo Paro  perdió  sus  maléficos poderes  al  ver trabajo por doquier  y sintiéndose impotente  para conseguir  ni un solo adepto .

Pepe  Pol

Relatos FM


El Cuento de la Abuela  


Erase una vez una mujer, mi abuela,
hablaba de un tiempo de hambres, miserias,
consumismo trasnochado, de lugar fuera,
de ideales de esos prohibidos, que en un papel rallado,
hablaba de libertades, de sueños, de igualdad, palomas.

Un sueño de esos extinto,
que entre las manoseadas y gastadas hojas
de un libro de Marx, o de Engels,
esperando que, de jovencita,
pudiera cambiar para siempre la historia,
grandes anhelos en su mente y en su imaginación brillaban,
grandes suspiros, escondidos tras las canas de su pelo,
con esa voz temblorosa que emanaba de su boca,
taciturna, se dormía en la mecedora,
y entre las manos, el libro,
con las teorías de Marx, o de Engels.

Erase una vez una mujer, mi abuela,
creyente, aunque no practicante,
en su rezos decía:
tiempos difíciles se avecinan,
no nos abandones ahora,
rezando un sinfín de letanías,
para así conquistar la gloria,
cuando rezaba,
siempre lo hacía escondida y a solas,
cuando nos hablaba de política, sobresaliente,
cuentos infantiles que asustaban,
como el hombre del saco,
para luego acariciarnos antes de dormirnos,
Jesusito de mi vida, eres niño como yo......
así, el tal Jesusito velaría nuestros sueños,
para que el cazacebos se alejara de nuestra oxidada cama.

Había una inquietud al acostarnos antes, como ahora,
el caso es que era una mujer, era mi abuela,
para comer al día siguiente,
pensando pasaba la noche,
rebuscando en las alacenas,
entre cortinas y vacíos tarros,
esas hojas de manzanilla,
con las que curar nuestros estómagos flacos,
y arreglar aquel aro de madera que nos hizo el abuelo, desatado,
que al día siguiente me robó el grandullón de la casa de al lado,
pero, bueno, él no tenía ni abuelo para hacerle otro,
ni abuela para remedarlo.

La abuela se hacía mayor con el transcurrir de los años,
que si los estudios, que si fumo, que si las novias,
que si las jóvenes de ahora no son como las otras,
que la lucha obrera de hoy en día no existe,
que la política de hoy no la llevan,
que la política de hoy es para los que tienen experiencia,
que antes se luchaba,
se hablaba y se imaginaba un mundo mejor,
sin la televisión, sin encuestas.... 
¡un cuento de abuelas!

Aquel día nos juntó a todos para hablarnos, de política....
a nosotros..., política...,
que en nuestros chats y sms,
habíamos reenviado al menos diez,
qué digo diez, por lo menos veinte
mensajes con las teorías de Freud, (unas frases)
a nosotros..., la generación más cultivada de todas, a nosotros...
¿Política?....

Paseaba un día por la calle con ella,
camino al médico,
mirándola fijamente a los ojos y mirando adonde los jóvenes se manifiestan,
muy altivo le digo: mira abuela, mira...,
esa es la juventud de ahora,
así se protesta,
así se cambian las cosas...
y mi abuela,
entre lágrimas retenidas en los ojos,
ilusionada, discreta,
me cogió del hombro,
con su mano obsoleta,
con la voz entrecortada me dijo:
"Nosotros siempre luchamos,
sin facultades, sin institutos, sin escuela..."

Erase una vez una mujer, mi abuela,
cuánta candidez en la mirada,
cuánta ternura en sus manos,
volví a asustarme del "hombre del saco"
y a rezar "Jesusito de mi vida..."
¿Sabíais que el hombre del saco existe?, sí, ¡existe!
Pues no hay hombres del saco... de los bancos... ladrones de guante blanco.
Pero un sueño de esos extinto,
que entre las manoseadas y gastadas hojas,
de un libro de Marx, o de Engels,
encontré en la alacena de mi abuela, añejo,
roídas algunas hojas,
en los que se hablaba de cosas imposibles...
Como el poder ir a la escuela todos..
Como el derecho al trabajo digno, ..¡el derecho!...
Que los hombres y las mujeres somos iguales,.. jejeje.., iguales...
Todo eso y más cosas las leía la abuela,
en aquella mecedora,
donde se quedaba dormida,
soñando con esas y otras cosas,
en sus libros de Marx, de Engels y de un tal Mao Tse-Tung.

Esa era mi abuela, antigua, sí, pero buena.
Luchadora incansable, sin escuela,
Sin ser política, pero no era única,
había muchas, muchas abuelas.

La juventud actual no es política, pero sí luchadora.
Yo, al menos yo, se lo debo... ¡a mi abuela!
Paco Ayala

Relatos FM


Viaje Astral  *Kamarrupa


-Permiso, me iré a morir un poco-, dijo sonriente la bella mujer mientras se ponía de pie ante la mirada entre atónita y sarcástica pero no carente de admiración de Angélica y de Carlos, parapsicólogos como ella, dirigiéndose lentamente a su habitación para echar el sueño que buena falta le hacía después de su arduo trabajo como directora del C.P.I.*. Afortunadamente, había logrado culminar una complicada y exhaustiva investigación sobre la influencia del sueño en los fenómenos paranormales que actúan en la vida humana, que seguramente sería una bomba en los círculos científicos y esotéricos del mundo entero, y cuyas conclusiones y recomendaciones entregaba a sus subalternos para que la hicieran llegar a quien correspondiera en forma inmediata.  Mientras el día declinaba en lontananza, Lucía   se enclaustraba en sus pensamientos, tratando de dar un matiz sosegado a las ideas que bullían en su cerebro en forma desordenada. Eso de morir un poco era una frase que utilizaba con frecuencia cuando de dormir se trataba, pues consideraba que el sueño era el estado más cercano a la muerte, y mucho más en ella que realizaba con frecuencia viajes astrales involuntarios, que poco a poco había podido controlar con el poder de su mente privilegiada. Cuando se proyectaba extracorporalmente, su cuerpo adquiría una rigidez casi cadavérica que ella podía apreciar desde su cuerpo astral, visión que en un principio la perturbaba, pues temía que al regresar a su envoltura humana no pudiera integrarse a ella por el tiempo transcurrido  en aquel periplo esotérico  que podía alterar las funciones vitales de su cuerpo físico. La tranquilizaba  la convicción de que en aquella dimensión espiritual el tiempo no existía, pero no dejaba de preocuparla la relación cronológica entre lo físico y lo inmaterial, que por supuesto desconocía. Antes de acostarse,  hizo un recorrido mental por los sucesos más trascendentales de su existencia, sucesos  que la habían marcado en forma indeleble, forjándole el carácter recio y sesudo que la había conducido a grandes conquistas profesionales,  a pesar de que aún no había cumplido los 30 años de edad. Recordaba con muchísimo amor a sus seres más queridos, su padre, su madre, su hija y su esposo, quienes por designios inescrutables del destino la habían antecedido en su partida al más allá. El primero, victima inocente de balas asesinas de la mafia colombiana en un ajuste de cuentas con la persona equivocada, al ser confundido con un narcotraficante de su mismo nombre. Una semana después,  la parca de la muerte se llevó a su madre, quien no soportó el dolor causado  por la trágica partida de su esposo. Lucía, de tan solo 15 años, quedó entonces bajo la custodia de su abuela materna, quien  cuidó con esmero a  su única nieta, hasta que esta  logró culminar su carrera de psicología, y la entregó a quien sería su esposo, nueve años mas tarde. En este ínterin, la joven comenzó a interesarse en los fenómenos paranormales, incitada su curiosidad por la muerte  de sus progenitores, y fue así como se convirtió en  lectora e investigadora asidua  de La Biblia, el Popol-Vhu, los himnos del Rig-Veda, las enseñanzas secretas de los budistas tibetanos  y de otros textos referentes a las culturas Inca y Azteca, además de todo lo relacionado con la enigmática cultura egipcia, todo con el fin de encontrar un punto de coincidencia entre la vida y la muerte. Después de graduarse con honores, viajó a Inglaterra a realizar un curso de parapsicología en la Universidad de  Cambridge y luego en la Sociedad Americana de parapsicología en Nueva York, siendo nombrada directora de este ultimo centro de investigación en Colombia. A los pocos meses de ostentar este cargo, contrajo matrimonio con su novio de infancia, pero su alegría fue truncada de raíz, pues al día siguiente y en plena luna de miel, le informaron que su abuela había fallecido tras una rápida agonía.
Fue en aquella época en la que tuvo su primera experiencia extracorpórea que la lleno de pavor, pues aún no estaba preparada ni predispuesta para ello, tomando aquella manifestación como una pesadilla, pesadilla que de habría de repetir día a día, hasta que fue consciente de su capacidad de desdoblamiento y tomó las riendas de aquel don, con la voluntad que siempre la había caracterizado. En sus numerosos viajes astrales vislumbraba seres etéreos en quienes creía reconocer a su padre, a su madre y a su abuela recién fallecida.
Un año después de su matrimonio, su hogar se iluminó con el nacimiento de una preciosa niña, en quien depositó todo el amor que albergaba en su corazón, dedicándole todo el tiempo libre que le dejaba su actividad profesional...Pero el destino se siguió ensañando con ella y con la misma ligereza con la que le deparaba alegrías, le arrebataba pedazos de su alma: Su esposo, que disfrutaba de las vacaciones que ella por cuestiones de trabajo no podía compartir con el, decidió viajar  a la capital para visitar a sus padres que allí estaban radicados desde tiempo atrás, llevando a su pequeña hija, que aún no alcanzaba a cumplir los dos años...El avión en que de desplazaban se estrelló, falleciendo todos sus ocupantes. Aquel duro golpe que por poco no logra absorber y que estuvo a punto de desquiciarla, hizo que se dedicara de tiempo completo a su trabajo como parapsicóloga y a hacer más vehemente su necesidad de viajar al mundo de los espíritus en forma voluntaria y consciente, como ya en varias oportunidades había logrado hacerlo.
Lucía de se desnudó, y ya en su  cama, se dispuso a realizar el viaje astral antes de que el sueño la venciera...Cuando su espíritu se desprendió  de su cuerpo, sintió una paz y una tranquilidad que nunca antes había experimentado en sus desdoblamientos anteriores y vio cuando cinco seres de luz se acercaban a ella en aquella dimensión etérea y maravillosa, inundándola de amor y comprensión, expresándole sin necesidad de palabras cuanto  la querían...
Cuando quiso regresar, sin mucha convicción, a su cuerpo mortal, ya era demasiado tarde.

*Kamarrupa: El cuerpo astral o duplo, equivale en algunas religiones orientales como la teosofía, al pariespiritu o kamarrupa, especie de envoltura entre el cuerpo físico o alma.            * C.P.I.: Centro Parapsicológico Internacional

Karlos del mar

Relatos FM


Puerilandia


Yo cargaba un turbante improvisado con un mantel lleno de tempera. Un delantal inmenso, igual de salpicado, completaba mi atuendo de novia. El cómplice espacio debajo de la mesa: "La Gran Catedral". Santiago llevaba unos torcidos bigotes de ébano cera sobre una sonrisa grandota donde en vez de labios un corazón rosado se separaba en dos de arriba hacia abajo cuando hablaba,  dejando descubierta una cadenita perlada que sostenía el corazón o viceversa. Una cadenita con cuentas chiquitas y separadas, como si entre cada una faltaran dos por  donde se le escapaban algunas eses. Miguel y Diana presenciaban la sesión dándose besos torpes pero astutos detrás de la cartilla con la que habíamos aprendido por lo menos a deletrear el SI que nos haría falta para jugar.

En el fondo de mi mente, disfruto enormemente esos recuerdos. Veo circular como impulsadas por un tornado, las sillas de liliput, las mesitas de Blanca nieves... las fotitos sepia del rincón de los cumpleañeros, el estante de los juegos donde guardábamos las loncheras de batman y mafalda, la plastilina destripada con la marca indeleble de las huellitas digitales... los bebederos... esa fila de pilitas que ahora me darán si acaso por la  rodilla  y que esperaban  ansiosas a que otra fila de cenicientas y pulgarcitos  las vaciaran.

¿Por qué nos pusimos bravos?

Lo vi pasar en una moto grandota el otro día, frente al convento. Si que crecimos. Levantó una mano con la misma inocencia con que me habló bajo la mesa en aquel tiempo. Con un código precario sin experiencia, titubeo desde que la alzó hasta que la giró para saludarme. Como si me dijera otra vez hola rana, porque no sabía decir Oriana y yo lloraba porque sonaba a Rana, así como lloré por dentro mientras  bajaba su mano sin bajar la velocidad.

¿Por qué nos pusimos bravos?

En nuestro idioma privado de cincoaños Miguel preguntó con el abecé en la mano si me quería casar con Santiago. Diana se reía graciosa comiéndose en dos puños las yemitas de los dedos y los ojitos la forzaban a subir la cara. Santiago me tapó la boca con su precoz mocedad antes de yo contestar y tocándose el bluyincito me lanzó en el oído:  ── Enséñame tu pipi que yo te enseño el mío que esta parado.

Recuerdo que lo mire fijamente y le doble la cara de una cachetada. También recuerdo sus ojos de jarabe claro saltando del impacto y  su carita roja por la pena y roja por mi mano cuando salió del santuario haciendo pucheros.  ── ¿vizte? tuziére... Como un Sansón enano volteó la mesa y me gritó a la carrera: T E R M I N A M O S

No había vuelto a pensar en esto hasta que lo vi. Quisiera volver a jugar con Santiago.

Tiaga Márquez

Relatos FM

A continuación presentamos un emotivo relato basado en hechos reales. Un verdadero alegato contra el maltrato animal ocurrido en Montefrío.


¿Por qué Mi Perro se Llama Rayo?


Lo que les voy a contar a continuación es totalmente cierto y lo hago por un solo motivo: rogad encarecidamente y por favor, que no se abandone a los animales, si por la razón que sea no pueden tenerlos, por favor llevenlos a algún sitio donde puedan acogerlos, una tienda, un amigo, e incluso si la única solución es matarlos por favor asegúrense de que quedan bien muertos, pero no los dejen tirados para que mueran poco a poco.
Podía haber ocurrido otro día a otra hora y en otro lugar; pero fue el último domingo de Mayo en Montefrío. Justamente mientras se hacia la ofrenda de flores a la Virgen. (Todos los montefriéños sabemos porque este día, Nuestra Señora de los Remedios sale a la calle en procesión. Pero si alguien no lo sabe le diré que cuenta la leyenda que a finales de Mayo de 1766 ó 1776: mientras la gente del pueblo asistía a misa, en la antigua iglesia de la Villa, se desató una gran tormenta y cayó un  rayo haciendo un gran agujero en el tejado. Pudo haber sido una tragedia pero sólo sufrió daño un perro que por allí andaba, se atribuyo el milagro a la Virgen de los Remedios y desde entonces, en señal de agradecimiento se le hace una ofrenda floral y se saca en procesión cada último domingo de Mayo).
Pues bien, este año el 27 de Mayo Domingo, después de desayunar en el "Pregonero" mi marido y yo,  hacíamos un pequeño recorrido turístico por el pueblo, al llegar al final de la calle Paseo, cerca del puente del arroyo, me pareció ver una rata muerta en la calzada, me imagine la rueda de un coche pasándole por encima y la desagradable sensación del conductor al sentir el crujir al reventar el bicho, así que le empuje con la punta del pie para echarlo a la cuneta, al hacerlo observamos que se movía y que no era una rata sino un perrito. Debía tener como mucho uno o dos días y el pobre ya estaba viviendo una gran tragedia. Era una masa de barro y sangre, temblaba de frio, las moscas y las hormigas le entraban por la nariz y por la boca... Después de limpiarlo un poco le pusimos unas gotas de agua en la lengua y vimos que además estaba hambriento. Me entraron unas enormes ganas de salvarlo, y le dije a mi marido: a este como la Virgen del Rayo no lo remedie me parece que tiene los minutos contados" No soy muy religiosa la verdad, pero pensé en la Virgen y en silencio le dije: " Virgen de los Remedios Mujer, si fuiste capaz de salvar a este pueblo de una catástrofe, cuando cayó aquel rayo que dicen, esto es mucho más fácil, anda sálvalo, sólo Tú puedes hacerlo, si sale de esta se llamará Rayo en tu honor".
Preguntamos a unas señoras que había en la calle por una farmacia de guardia para ver si podíamos encontrar algún modo de alimentarlo, ellas mismas nos proporcionaron una jeringuilla y un poco de leche.
Al día siguiente, el veterinario dijo que estaba bastante mal, padecía una severa neumonía, le faltaba un trozo de lengua, que le habían comido las hormigas y tenía mucha  fiebre. Le puso una medicación y  me explicó cómo alimentarlo correctamente. A pesar de nuestros cuidados, por la tarde, la fiebre no dejaba de subirle y empeoro hasta el punto de que dejó de respirar, en ese momento se me vino a la cabeza que en una situación de vida o muerte se da un masaje en el pecho. Movida, más por la rabia que por la esperanza, lo estruje varias veces como a una perilla de goma, gritándole   como si fuera una persona:"¡Rayo no te puedes morir!"; para nuestra sorpresa reaccionó y empezó a respirar de nuevo, volví corriendo a la consulta del veterinario, el hombre le inyecto no se qué medicamento y lo metió en la incubadora.
Volví a mi trabajo y puse en pantalla una de las fotos que Forum Montefrio había colgado de la procesión, del día anterior.  Puede que parezca ridículo rezar por un perro pero volví a hacerlo; prometí a la Virgen que si se recuperaba iremos  en Agosto a ponerle una vela allí, en su iglesia.
A la hora indicada fuimos de nuevo a la clínica veterinaria a recogerlo, no teníamos mucha esperanza de encontrarlo vivo pero para nuestra alegría, Manuel, el veterinario, nos dijo que a pesar de que estaba realmente mal, podía salir adelante. Suponiendo que fuera compatible con la medicación que le había inyectado y  si se le daba una dosis de suero cada hora y durante toda la noche. Así lo hicimos y al día siguiente, Rayo estaba mucho mejor; tenía que seguir con un tratamiento pero el peligro había pasado.
Ahora crece normalmente; a nosotros nos aporta mucho; cada día aprendemos cosas nuevas sobre perros nos ha traído alegría, nos da compañía y diversión porque es como un juguete precioso.  Nunca hemos tenido animales en casa, siempre he pensado que un piso no es lugar para que viva un perro, menos si es de una raza grande; pero le hemos tomado mucho cariño y aunque en el futuro sea grande, no sé cómo pero nos arreglaremos. Ya es uno más de la familia, es nuestro perro, se llama RAYO.

Mamá Adoptiva

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La Cuadrilla (o relato 17)


Mañana es un día de mucho ajetreo. El pueblo debería seguir en su mundo; pero lo que viene, también hace parte de este mundo. Con un encuentro sencillo iremos casi todos a la estación. Habrá un himno, unas flores, unos apretones de manos y sonrisas. No podemos dejar las sonrisas, ese es nuestro fuerte, siempre nos salva una sonrisa y toda la semana la hemos practicado mucho. Mañana es sábado, día en que llega el nuevo cura.

La verdad es que antes no le veíamos la gracia al cuento del cura. Esas instituciones llenas de imágenes casi fantasmales no eran de nuestra vocación; sin embargo tenemos muy claro el sentido de respeto. Aceptamos las condiciones. Sólo transcurrieron unos diez años entre el primero y el segundo cura y con este fue que el pueblo se unió para buscar una salida. Eso de gritarnos "ateos" en pleno sermón, colmó la paciencia de muchos. Todos comentaban en la cantina, la peluquería y en la tienda de abarrotes y fue en la escuela donde surgió la idea, yo fui uno de los primeros en apoyarla. Claro que teníamos dudas. Algunos tenían miedo; pero eso de decirnos ateos, era lo que nos daba fuerza. Ningún tipo podía venir a insultarnos, por más representante de lo que sea que fuera y, más, cuando no sabíamos el significado de esa palabra.

La entendimos, o mejor dicho, nos la explicaron en un sermón. El quinto, en sugerencia escrita por el alcalde. Ahora la idea funcionaba como "un relojito", así decía el telegrafista que sabía de mecánica. Y por supuesto que llegaron a investigar, con el sexto, estábamos aterrados. Nos estábamos acostumbrando a ese ritual, era más teatral que en otras partes. Incluso con el cuarto fue que empezamos a trabajar para los domingos, así podíamos asistir todos. Una gran función dominical. Regresando a las investigaciones. La maestra, que era el pilar intelectual del pueblo, inició con una estrategia evasiva, los niños fueron los que nos enseñaron el truco. No era sólo mostrar los dientes, era hacer brillar los ojos mientras decíamos: "pues, dicen que se fue por el monte con una muchacha", así borrábamos todas las dudas foráneas.

El domingo, al igual que con los quince anteriores, las campanas sonaran, llamando a la eucaristía. Antes que repiquen estaremos escondidos en las calles. Listos, eufóricos. Todo será normal, como nos enseñaron. Una vez allí, en el momento de la comunión, la pasión nos abrazara: el cáliz en alto, el monaguillo rubio con la botellita bonita de vino, el: "tomad y comed todos de él", el sorbo del cura... una vez el noveno nos ganó un domingo mas. El rubio le paso el cáliz y él con voz fuerte, mano firme y sus ojos buscando entre nosotros dijo: "aparta de mí esta copa". La comunión se cumplió con un vaso ordinario y con una cerveza. Se burló de nosotros y respondimos con sonrisas. Domingo después: cae, maldice, grita, llora. Lo recogimos y le hicimos nuestra peregrinación hasta un lote baldío. Un cementerio suelto y secreto. Cuando llego el once la estricnina estaba en su lugar: el cáliz del pueblo. Las hostias espolvoreadas en cianuro las tengo guardadas. Por si llega otro vivo.

Sr matti Altonen

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La espera


Las notas lejanas del piano llegaban a sus oídos como un murmullo y acariciaban sus recuerdos. La mirada perdida parecía atravesar las paredes desconchadas por la humedad y el tiempo. El ritmo nostálgico creado por las teclas le transportó a un atardecer en la playa, su playa. Agachó la cabeza y cerró los ojos. Los surcos de su frente se pronunciaron aún más y sus labios se apretaron dejando su rostro en tensión.
"Aquella preciosa tarde todo era perfecto. Un paseo en su vieja barca para admirar el ocaso en la bahía, como siempre acostumbraban. Pero aquella tarde, aquella maldita tarde, tuvieron que salir a mar abierto. ¿Qué se les había perdido allí? Seguir los bancos de peces les hipnotizaba y hacía que se olvidaran de todo. Era perfecto. Se sentían como si sólo estuvieran ellos dos en el universo. El resto no existía. Solos ellos dos y los peces. Cuando se dieron cuenta ya estaban demasiado lejos. La corriente les arrastró y la barquichuela se deshizo. Luchó con todas sus fuerzas para sujetarla pero el cansancio le venció y sus manos se soltaron. Ella desapareció bajo el agua y la espuma como una sirena llevándose su promesa de amor eterno en los labios. Siempre la querría, igual que ella a él."
Viejo y achacoso termina su recuerdo junto con su vaso de vino. Se levanta de la mesa y recoge su bastón. Lentamente, emprende el camino ensimismado en los recuerdos de su risa, su cara, su cuerpo y su olor. Nunca los olvidaría, no lo merecía.
Ha de recorrer un camino largo pero la recompensa es más que justa. Cada vez le cuesta más moverse porque sus piernas ya no son tan ágiles como antaño y la subida cada vez se hace más dura. Cuando el cansancio aprieta y apenas le deja respirar, lo vislumbra al final de la pendiente. El cabo le muestra la inmensidad, unas veces tranquila y otras, agitada. Pero él siempre está en calma, ha llegado a su meta y eso le basta. Como cada día, se quita la rosa de su solapa y la deja caer al vacío para que su sirena la recoja. Sabe que todos los días le está esperando, especialmente cuando la mar ruge. Espera hasta ver cómo la flor se sumerge entre la espuma.
Satisfecho y con ojos vidriosos pero con una sonrisa, se da la vuelta y abandona el lugar donde se enamoraron. Allí, también, fue donde unieron sus labios por primera vez y aún recuerda el sabor de aquel beso. Dulce, húmedo y lleno de proyectos e ilusiones para toda una vida. Se siente feliz y cuenta los días que le faltan para volver a estar junto a ella porque su cansado corazón le pide un descanso. Ha vivido para poder contarle todo lo que ella no ha podido ver en todos estos años. Siente que su sirena le necesita y le llama para reencontrarse, por fin, y estar juntos para siempre.

Un hueco en el fondo del vacío

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Un Deseo


¿Qué harías si te concedieran la oportunidad de pedir un deseo? Seguramente que pensarías rápidamente en cosas materiales y sólo para uno mismo. Eso le pasó a
Soraya, una joven estudiante de 20 años, en un peculiar sueño.
Se le apareció un chico, más o menos de su misma edad, corriendo hacia ella, en un terreno de lo más verde y frondoso jamás visto, y sin dilación le susurró: "pide un deseo, has sido elegida"; y desapareció el chico y el terreno donde estaba, sólo se veía oscuridad.
Se despertó algo sobresaltada. ¿Por qué soñaría algo así? No tenía ningún tipo de problema y tampoco tenía preocupaciones; las clases le iban bien, tenía amigos y familia que la querían,... Se pasó el día dándole vueltas al sueño, ¿fue real? Y si así lo fue, ¿qué significaba? Fue a la biblioteca municipal y cogió un libro sobre sueños. Lo leyó hasta quedar totalmente agotada y caer en un profundo sueño.
Otra vez ese chico... "¿Quién eres? ¿Porqué he sido elegida?" le preguntó curiosa. "Eres la persona elegida a pedir un deseo, un deseo mundial". Volvió a desaparecer.
Se despertó algo sobrecogida. Presintió que eso no era un sueño, era real. Buscó en el libro de los sueños algo relacionado con deseos, pero no encontró nada que la ayudara.
Llegó a casa y quiso volver a dormirse, así, posiblemente, tendría la oportunidad de preguntar. No tardó mucho en dormirse y volvió al sueño.
"Dime chico, ¿qué deseo tendría que pedir y para qué?" le preguntó. "Sólo tú sabes para
qué y para quién, no elijas mal". Soraya se quedó reflexionando unos segundos: "Deseo esperanza". Vacilante, el chico le preguntó "¿Porqué esperanza?". Soraya le contestó:
"Sé que será egoísta, pero la esperanza es lo último que se pierde y si hay esperanza, el mundo podría mejorar". El chico le sonrió y concluyó "Que así sea". Luego desapareció y Soraya sonrió complacida susurrando: "la esperanza es lo último que se pierde".

Ainivad