Cuando ocurren hechos como estos, es difícil, pero hay que intentar hacer un pequeño ejercicio de empatia.
Imaginemos por un segundo que en ese vuelo iba nuestro padre, madre, hermano, hijo, etc..
Es desgarrador escuchar como a un pequeño, al que traian de colocar un marcapasos en Madrid, su corazón no volverá a latirle.
Como podemos ponernos en la piel del muchacho que venia con su hermano de 13 años, tras disfrutar de unas vacaciones, y que de buenas a primeras se encuentra en la cama de un hospital preguntando por su hermano mayor fallecido.
Es dificil, pero creedme, se puede.
Y es entonces cuando uno se da cuenta de que no somos nadie, y nos vale aquello de : Siempre hay alguien peor que uno mismo.
Nos damos cuenta de las estupideces por las que muchas veces discutimos, durate unos segundos descubrimos lo importante que es la vida, y lo relativo que es todo lo demás.
Quizas hasta entonces no apreciemos su importancia por el mero hecho de que es algo que se escapa a nuestro control.
Quizas prefiramos preocuparnos por estupideces sobre las que si creemos tener el control...
Pero tranquilos por que este torbellino solo durará unos minutos, tras los cuales volveremos a nuestro estado "normal".
Descansen en paz.
Como ya dijo Don Miguel Delibes:
Al palpar la cercanía de la muerte, vuelves los ojos a tu interior y no encuentras más que banalidad, porque los vivos, comparados con los muertos, resultamos insoportablemente banales.
Un saludo